La principal conclusión de este pequeño documento, que utiliza datos oficiales tanto de indicadores clave de la economía como de la emergencia de salud, es que Bogotá y Cartagena son las únicas ciudades grandes (con peso importante en la población y en el PIB) que muestran resultados desfavorables en los dos aspectos (aunque en mortalidad Bogotá está ligeramente mejor). Es decir, son ciudades que han pagado un costo económico excesivo y el cual, desafortunadamente, no se ha reflejado en mejores resultados en cuanto a la contención del virus. Este resultado no es del todo sorpresivo ya que la administración de Bogotá es la que más ha demorado en abrir sectores, al mismo tiempo que envía mensajes contradictorios que aumentan la incertidumbre entre empresarios y trabajadores.
De este análisis se desprenden aspectos muy relevantes para la formulación de políticas en el futuro cercano. Primero, es claro que cuarentenas más severas no han garantizado mejores resultados en salud, pero sí han implicado un costo bastante más alto. Así las cosas, hacia futuro es recomendable evitar cuarentenas generalizadas, reemplazándolas por otras estrategias que pueden incluir (i) aislamiento y seguimiento constante de casos positivos, sospechosos y sus contactos (sin embargo, esto requiere mayor capacidad de “testeo” que la actual); (ii) cuarentenas sectorizadas y seguimiento constante a las localidades más problemáticas; y (iii) mayor difusión de la importancia de medidas de higiene, uso de tapabocas y evitar todo tipo de aglomeraciones en espacios cerrados. Segundo, creemos que es prudente seguir avanzando con una apertura gradual y muy cuidadosa de la economía. No es positivo que sectores y empresas formales que estaban empezando a abrir, con inversiones cuantiosas para cumplir los protocolos de salud, sean obligadas a cerrar nuevamente, ya que estas pérdidas se acumulan, se genera mayor incertidumbre y se hace casi que imposible la reapertura por segunda vez. Finalmente, desde ANIF consideramos que los mensajes contradictorios, aquellos que generan pánico y la falta de información detallada no han contribuido en nada a solucionar los problemas de salud o los de la economía. De hecho, han hecho mucho daño al aumentar la incertidumbre de la población, que ya es muy alta, en cuanto a sus ingresos, su empleo y su salud.